Pagué 1200 € de alquiler durante meses Mi compañera quiso echarme pero le di una gran lección
La historia comienza a continuación

Llevaba meses pagando los 1.200 dólares del alquiler de nuestro piso, ya que mi compañera de piso estaba pasando supuestamente por "un mal momento".
Éramos como familia, así que no me importaba ayudar, pero las cosas cambiaron rápidamente cuando intentó echarme.
Incrédulo, supe que tenía que actuar con rapidez. Lo que decidí hacer a continuación fue el tipo de lección que ella nunca olvidaría.
Las facturas impagadas se acumulan

Sentada a la mesa de la cocina, contemplaba la pila de facturas impagadas. Cada sobre era un recordatorio evidente de los meses que llevaba pagando el alquiler de Laura, mi compañera de piso, y el mío.
Se suponía que lo compartíamos todo a partes iguales, pero como ella estaba pasando por "un momento difícil", yo me había encargado de ayudarla.
Sin embargo, la cantidad de sobres sin abrir era otra historia, y no podía seguir ignorándolo.
El alegre regreso de Laura

Laura entró en el apartamento con una sonrisa brillante y despreocupada. Dejó caer el bolso en el sofá y mostró su habitual sonrisa alegre. "
Hola, ¿qué tal?", preguntó con voz ligera. Actuaba como si no le importara nada, como si todo fuera perfectamente bien.
Asentí con la cabeza, tratando de compartir su actitud despreocupada, pero la visión de las facturas me pesaba mucho y me hacía un nudo en el estómago.
Un recordatorio informal

Tratando de disipar mi inquietud, saqué el tema del alquiler durante la cena. "Oye, Laura, ¿has podido pensar en el alquiler de este mes?".
le pregunté, añadiendo una pequeña risa para no darle importancia. Laura, imperturbable, se encogió de hombros con indiferencia. "Sí, claro.
El dinero escasea, pero todo se arreglará pronto. No te preocupes", respondió, prácticamente disipando mis preocupaciones con un movimiento de la mano.
Tranquilidad

La respuesta de Laura fue un asentimiento superficial y una promesa fugaz. "Todo va bien, te lo prometo"
, dijo, echándose el pelo por encima del hombro. Volvió a hablar de la escasez de dinero, pero me aseguró que pronto lo solucionaría.
Quería creerla, confiar en sus palabras como siempre había hecho. Pero había algo en su confianza fácil que no me cuadraba, sobre todo con aquellas facturas sin pagar sobre la mesa.